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PRIMERA SESIÓN
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Los seminarios de este 4° semestre serán alrededor del tema de los Puentes simbólicos entre la consciencia y lo inconsciente en la teoría y práctica de la psicoterapia junguiana. Comienza explorando el Encuentro Analítico, un tema fundamental sobre la dinámica terapéutica. Este tema inicial, acompañado de la lectura de cinco capítulos de la obra La práctica de la psicoterapia, de Jung, proporciona las bases teóricas y éticas para una interacción autentica entre terapeuta y paciente, así como el papel de los sueños como guía en esa relación y la riqueza del trabajo creativo como una herramienta de transformación. Las dos primeras sesiones las dictaré yo, y la tercera sobre el mismo tema, lo hará Mónica.
Continúan con ella la cuarta sesión, en la que estudiarán la propuesta de la técnica de la Imaginación Activa, a través de la aplicación de esta técnica en el caso real de un escritor en sus 40 años, atendido por la analista Barbara Hanna.
Luego, el curso amplía su alcance con una aproximación a las teorías sobre los Cuentos de hadas, acompañados por Ana María, quien presentará un tema que ha trabajado mucho, que es el del acercamiento a este tema desde las imágenes de Disney. En la siguiente sesión, estudiarán la teoría sobre el origen y un método de interpretación de este material de los Cuentos de hadas, teniendo como base una lectura de la analista Marie-Louise Von Franz.
En la segunda parte del curso, se centrarán de manera más profunda en el trabajo con los sueños. Este bloque lo inicia Lisímaco, con dos textos clásicos de Jung sobre el tema de la esencia de los sueños y la simbología en la interpretación de este material onírico. Y sigue luego Eduardo con cinco capítulos del texto clásico de Mary Ann Matoon, que como saben, es el resultado de su tesis doctoral sobre el tema.
Finalmente, el curso culmina con una sesión práctica integradora, coordinada por Lisímaco y Eduardo, en la que ustedes tendrán la oportunidad de aplicar los conceptos y métodos aprendidos sobre imaginación activa y sueños. Y con el cierre del semestre, que esta vez le corresponde a Medellín, y que espero sea tan interesante y agradable como lo fue a mediados del año pasado.
Con esta estructura deseamos permitir que ustedes, no solo comprendan los conceptos sobre estas tres técnicas, sino que también discutan sobre las habilidades prácticas para su aplicación en el contexto del encuentro terapéutico de terapeuta y paciente.
Un aviso extra y es que para quienes no lo saben, las tres primeras sesiones de supervisión estarán a cargo de Magally Villalobos, y empezarán virtualmente el próximo lunes.
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Bueno, y empiezo yo con mi tema del Cap 2 de la obra de Jung La práctica de la psicoterapia, escrita en 1952. Y este capítulo lo llama Jung…
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Cap 2
…Consideraciones de principio acerca de la Psicoterapia Práctica
Dice Jung que la psicoterapia, tal como se conocía en su momento, era un área relativamente nueva dentro del arte de curar. Que aunque había existido durante siglos, había sido en los últimos 50 años del momento en que él escribe, que había comenzado a desarrollarse como una práctica más formal y a ganar reconocimiento. Que, sin embargo, en este tiempo se había vuelto evidente que no era un método fijo o simple como se había pensado inicialmente.
¿Qué es realmente la psicoterapia?
Más que un procedimiento rígido, la psicoterapia es un diálogo profundo entre dos personas: el terapeuta y el paciente. Jung nos invita a pensar en la psicoterapia como un proceso dialéctico (lo vamos a estar repitiendo una y otra vez), lo que significa que es una conversación que no solo busca resolver problemas, sino también generar nuevas ideas, comprensiones o «síntesis» entre ambas partes.
¿Por qué no es un método universal?
Que al tratar con personas, que son sistemas psíquicos complejos, no puede haber una fórmula general que funcione para todos. Cada paciente y cada terapeuta interactúan de maneras únicas, lo que hace que cada sesión sea una experiencia diferente.
¿Y cómo llegamos a esta comprensión?
Este cambio de perspectiva no fue algo que surgiera de ideas abstractas, sino de la realidad misma. Jung señala que los hechos fueron los que mostraron que las experiencias reales de pacientes y terapeutas pueden ser interpretados de distintas maneras, lo que obligó a aceptar que no hay una única verdad ni un único enfoque en psicoterapia.
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Pregunta:
En los capítulos de este libro se plantean muchas polaridades y contradicciones en psicoterapia, tales como psique vs cuerpo, individual vs colectivo, enfoque reductivo vs sintético. ¿Según la lectura, cómo entendía Jung este tipo de contradicciones y cómo proponía manejarlas?
Respuesta:
Proponía no ver las contradicciones como obstáculos, sino como oportunidades para ampliar nuestra comprensión de la psique humana. Estas aparentes inconsistencias sólo reflejan la complejidad y riqueza de la mente, mostrándonos que ningún enfoque único puede abarcar toda la experiencia humana. En muchos casos, y en lugar de elegir entre métodos o ideas opuestas, proponía integrarlas para construir un conocimiento más completo. Y vamos a ver varias de estas integraciones.
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Hablemos entonces de esa Diversidad de enfoques en psicoterapia
Menciona Jung que para su momento, la psicoterapia había dado lugar a diversas escuelas y métodos, cada uno con ideas y enfoques muy diferentes. De las varias que menciona, solo comento estas cuatro:
- Una terapia que enfatizaba la sugestión, y otra que lo hacía sobre la persuasión. Y las otras dos que resalto acá son:
- El psicoanálisis de Freud, que, ya sabemos, pone énfasis en la sexualidad y el inconsciente y
- El método educativo de Adler, centrado en el afán de poder y las ficciones conscientes.
Jung dice que cada método tiene sus propias bases psicológicas y logra resultados únicos, pero que son difíciles de comparar entre sí y, en algunos casos, parecen ser completamente incompatibles. El problema es que esto ha llevado a que los seguidores de cada enfoque tiendan a considerar incorrectas las ideas de los demás, simplificando la complejidad del problema.
¿Cómo entender estas contradicciones?
Jung nos invita a ver las contradicciones en la psicoterapia no como un problema, sino como una señal de que la mente humana es increíblemente compleja.
Y da el ejemplo en psicología, de una de las grandes «contradicciones». Y es esta:
- Una que afirma que la psique depende del cuerpo.
- Y la otra que dice lo contrario: que es el cuerpo el que depende de la psique.
Ambas afirmaciones tienen pruebas convincentes, y ninguna puede imponerse sobre la otra. Y eso lo que nos muestra, dice Jung, es que, al menos en su tiempo, sólo pudieran hacer afirmaciones relativas; es decir, afirmaciones válidas dependiendo del tipo de mente o de sistema psíquico que estuvieran estudiando.
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Jung plantea que en psicoterapia, la relación terapéutica no es unidireccional, del terapeuta hacia el paciente. Sino que se trata de la interacción entre dos sistemas psíquicos únicos, lo que genera una dinámica compleja y siempre variable. Esta idea, conocida como «formulación dialéctica», resalta que no hay reglas absolutas porque cada persona es diferente.
Sin embargo, hace caer en cuenta que, aunque las personas tienen características individuales, también comparten aspectos comunes que hacen posible el estudio psicológico. Que si todo fuera completamente único, no habría ciencia psicológica, sino un caos de opiniones subjetivas. Pero, por otro lado, si solo consideráramos los aspectos generales, ignoraríamos lo que hace a cada individuo único. Eso lleva a Jung a expresarlo con esta otra antinomia, parecida a la que habíamos mencionado antes:
- Por un lado, que lo individual carece de valor frente a lo general.
- Y por el otro, que lo general carece de sentido frente a lo individual.
Para ilustrarlo, Jung utiliza el ejemplo del elefante: no existe un ‘elefante general’ que represente a todos, porque cada elefante es único. Algunos son más grandes, otros más pequeños, algunos tienen colmillos largos y otros no. Sin embargo, todos comparten características comunes que nos permiten reconocerlos como elefantes.
Ahora, acerca del rol del terapeuta y su renuncia a la autoridad
Si un terapeuta se posicionara como una autoridad que cree saberlo todo sobre su paciente, estaría ignorando la complejidad del otro. Y pienso que esto es una crítica velada al psicoanálisis. Que como terapeutas, solo podemos comprender al paciente en la medida en que renunciemos a sentirnos superioriores y a actuar como una autoridad.
De ahí su propuesta de que la relación terapéutica debe ser un proceso dialéctico, es decir, que permita un intercambio entre ambos. Esto implica dar al paciente la libertad de expresar su mundo interior sin limitaciones ni prejuicios por parte del terapeuta. A través de este proceso, ambos sistemas psíquicos —el del terapeuta y el del paciente— entran en contacto y se influyen mutuamente.
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Continuando con el tema de la relación terapéutica,
Jung dice que cuando un terapeuta trabaja con un paciente, la única influencia legítima que puede ejercer proviene de su propia experiencia y de su comprensión individual. Esto nos lleva a reflexionar sobre la actitud que debe adoptar el terapeuta. Según Jung, esta actitud debe basarse en la cautela y el respeto por la singularidad de cada paciente, evitando generalizaciones que no se ajusten a su caso particular.
Una actitud diferente a esa propuesta es la que proviene de la sugestión, a la que Jung veía sus riesgos.
Y esto tiene que ver con las polaridades de lo individual y lo general. Jung critica los métodos que se basan en la sugestión, que son aquellos que asumen que «lo individual carece de valor frente a lo general». Este tipo de terapia incluye técnicas que tratan a las personas como si fueran todas iguales, aplicando soluciones estándar sin considerar su particularidad. Por ejemplo:
- Métodos como el de la Ciencia Cristiana y otras, que promovían la curación a través de la oración y la fe.
- O, en general, influencias religiosas o colectivas que tienden a producir resultados generalizados.
Esos métodos pueden tener cierto éxito en lo que Jung llama «el ser humano general», pero no logran abordar la complejidad y profundidad de la individualidad.
Y pasa a hablar del concepto de «mana» y el poder de lo colectivo
Jung usa el concepto de mana, que es una idea de las culturas primitivas que se refiere a una fuerza misteriosa y curativa. En estas culturas, el mana se asocia con lo impresionante y extraordinariamente eficaz. Se ve en el chamán, en el cacique, en los rituales e incluso en los lugares milagrosos. Y acá pienso en las cosas que vi en Fátima, en Portugal. Según Jung, este poder colectivo tiene valor cuando se trabaja con grupos, ya que las personas tienden a responder de manera más uniforme dentro de una psicología de masas. Pero esos fenómenos tienen sus límites.
¿Qué limites son esos? Aunque esos métodos colectivos funcionan bien en ciertos contextos, como grandes movimientos populares o situaciones religiosas, no son adecuados para tratar al individuo en su totalidad. En un individuo que se siente único, ajeno a lo colectivo, estos enfoques pueden ser reductores y no logran abordar la riqueza de su personalidad.
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Pregunta:
¿Creen ustedes que el mana y el poder de lo colectivo pueden actuar de forma curativa en movimientos como el liderado por Osho, los Hare Krishna o la Cienciología?
Respuesta (mía):
Sí, estos tipos de movimientos, utilizan técnicas colectivas, meditación y rituales para fomentar un sentido de comunidad y bienestar entre sus seguidores, y sus métodos pueden tener un efecto positivo y curativo en algunas personas porque les proporcionan un entorno de apoyo y un sentido de pertenencia. Sin embargo, es importante tener en cuenta que no todas las personas responden de la misma manera estos enfoques, sino que algunos pueden encontrar más beneficio en terapias más personalizadas y menos colectivas.
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Pero existe un factor definitivo y es la influencia de la fe en el método terapéutico
Jung señala que, al final, lo que realmente importa en cualquier enfoque terapéutico es la creencia que tenga el terapeuta en su método. Y no sólo el terapeuta. Desde el hipnotismo y el magnetismo animal del pasado, pasando por los rituales de un chamán o de un gurú, hasta los análisis modernos, el resultado suele depender de la confianza de la persona en su método. En el caso nuestro, si como terapeutas junguianos creemos genuinamente en nuestro método, trabajaremos con seriedad y compromiso, lo que puede generar un impacto curativo en el paciente.
Pero, de nuevo, estos resultados suelen estar limitados a los aspectos individuales y colectivos del ser humano. Y por eso, Jung introduce la distinción clave entre dos tipos de personas:
- Personas colectivas: que son aquellas que se identifican principalmente con las normas y valores sociales, y que tienden a reprimir su individualidad porque pueden asociar lo individual con la anarquía o el caos.
- Y las personas individualistas: que son aquellas que priorizan su particularidad, pero que pueden tener dificultades para adaptarse a la colectividad, pues les puede generar conflictos internos o neurosis.
Pero en cada uno de estos tipos de personas pueden surgir las neurosis a partir precisamente de esta tensión entre lo colectivo y lo individual. ¿Cómo podría suceder eso? Por ejemplo:
- Que alguien demasiado adaptado a lo colectivo enferme si su desarrollo individual es suprimido en exceso. En estos casos, la terapia no debe centrarse en hacer que encaje aún más en las normas colectivas sino, por el contrario, en ayudarlo a reconocer y desarrollar aspectos de sí mismo que han sido reprimidos.
- Pero también puede suceder que una persona excesivamente individualista pueda sufrir de una neurosis porque necesite reconectar con la colectividad y aceptar su rol dentro de ella para poder sanar.
Y Jung habla luego del rol del terapeuta
Y es que como cada individuo es único e imposible de encasillar en categorías generales, el terapeuta debe renunciar a cualquier método rígido. Jung sugiere entonces adoptar una actitud puramente dialéctica ¿Qué significa eso? Significa abrir un espacio genuino de interacción, sin imponer nada, y permitiendo que el paciente exprese su singularidad.
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Por eso, Jung se centra en el procedimiento dialéctico, al que ve como una nueva visión en la psicoterapia. De aquí en adelante vamos a estar mencionando una y otra vez ese «procedimiento dialéctico».
Pero Jung aclara que no es simplemente un avance más en la psicoterapia, sino que en realidad, implica un cambio radical con los métodos tradicionales, en favor de una actitud libre de prejuicios. En este enfoque, el terapeuta deja de ser «el experto» que actúa como autoridad. Y se convierte, por el contrario, en una de las partes dentro de un proceso compartido de desarrollo y aprendizaje, junto con el paciente.
Este cambio radical implica también que el terapeuta debe realizar un autoanálisis, a sabiendas que también tiene puntos ciegos.
Jung admite que esto fue un aporte de Freud, que llevó a entender algo fundamental y es que los analistas también tenemos complejos y prejuicios. Lo cual puede convertirse en un obstáculo en la terapia, si el terapeuta no reflexiona sobre cómo su propia actitud o su peculiaridad puede interferir en el proceso de sanación del paciente.
Pero fue luego Jung el primero en ser consecuente con lo anterior y exigir que los analistas también pasen por un proceso de análisis, el cual contribuye a que en el procedimiento dialéctico, el terapeuta logre interactuar, no como una figura superior, sino como un igual, hasta cierto punto.
También propone Jung que otra base de lo dialéctico radica en la naturaleza de los símbolos, que son interpretables desde múltiples perspectivas. Ya sabemos que las interpretaciones psicoanalíticas se centraban en las causas inconscientes. Jung va a diferenciar dos enfoques propios:
- Una es la interpretación reductiva: que examina cómo la libido regresa a recuerdos infantiles o se fija en experiencias del pasado.
- Y otra, la interpretación sintética: que busca integrar los símbolos en el presente, ayudando a comprender su significado en el contexto del desarrollo actual del individuo, y que puede apuntar hacia el futuro.
Y un ejemplo concreto que ofrece es el de la fijación infantil en la imago de los padres, que suele tener un alto contenido simbólico. Según la interpretación reductiva, este interés o energía puede quedar atrapados en recuerdos infantiles, afectando el crecimiento psicológico de la persona. Mientras que el trabajo dialéctico sintético busca explorar y desbloquear ese material para promover el desarrollo personal. Y vemos acá las dos posibles interpretaciones. Con Eduardo creo que verán la utilidad de estas dos perspectivas al momento de interpretar los sueños.
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Ahora, aunque ambas interpretaciones propuestas por Jung, la reductiva y la sintética pueden ser correctas, en la práctica resalto (y repito) que tienen implicaciones muy diferentes, pues la primera tiende a la regresión y la segunda al progreso. La primera tiende al pasado y la segunda al presente y al futuro.
Aunque ambas interpretaciones pueden ser correctas, en la práctica tienen implicaciones muy diferentes. Por ejemplo, interpretar algo como regresivo en un sueño puede desalentar el desarrollo, mientras que verlo como progresivo puede abrir posibilidades de desarrollo. Esta ambigüedad en los contenidos simbólicos pone en evidencia que no siempre es posible aplicar teorías o métodos de manera rígida. Por esta razón, el procedimiento dialéctico se convierte en una herramienta esencial.
De otra parte, Jung señala que cualquier relación terapéutica profunda, tarde o temprano, debe incluir la personalidad del terapeuta como parte activa del proceso. Y esto no es nada nuevo. Incluso en el viejo hipnotismo y en la terapia de la sugestión, se sabía que el éxito del tratamiento dependía del convencimiento del terapeuta en su método y del rapport (o sea, de la conexión emocional).
Esta conexión se entiende como una relación entre dos sistemas psíquicos, donde ambos —el del terapeuta y el del paciente— se influyen mutuamente y ambos participan activamente.
Jung subraya que su enfoque no invalida los métodos tradicionales, como el psicoanálisis o la sugestión. Sino partir de que cada paciente es único, y que la diversidad de personalidades requiere enfoques variados:
- Por ejemplo, los pacientes más sencillos pueden beneficiarse de métodos directos, como consejos prácticos o técnicas simples.
- Mientras que los pacientes con naturalezas complejas o con un desarrollo espiritual necesitan un enfoque diferente.
Y aquí es donde el terapeuta debe renunciar a su arsenal de métodos y confiar en su propia personalidad como instrumento terapéutico.
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Eso lleva a una regla fundamental del procedimiento dialéctico
Y es que en el procedimiento dialéctico propuesto por Jung, la individualidad del paciente y del terapeutatienen la misma dignidad y valor. Por eso lo bauticé acá como «Simetría terapéutica». Y esto implica que todos los desarrollos individuales en el paciente deben ser respetados, a menos que el propio paciente los cuestione y desee cambiarlos.
Y cuando estamos ante una persona que tiene una individualidad fuerte, no podemos tratar de que se convierta en algo que no es. Solo puede llegar a ser lo que ya es en esencia.
Acá, pienso yo, estamos ante una paradoja, y es que aunque comúnmente se piensa que la terapia busca «transformar al paciente», Jung plantea que no siempre es así. En personas con una individualidad fuerte, el propósito no es cambiar lo que son, sino ayudarlas a «convertirse en sí mismas», facilitándoles el camino hacia su propio desarrollo. Y esto lo logran a través del proceso de individuación.
Recordemos que Individuación: significa convertirse en uno mismo
Por eso, para los pacientes con una individualidad marcada, la curación no consiste en cambiar quiénes son, sino en ayudarlos a convertirse en su verdadero yo. Eso es lo que Jung llama individuación: un proceso en el que el paciente aprende a integrar los aspectos inconscientes y conscientes de su personalidad, aceptándose a sí mismo plenamente.
En algunos casos, esto significa que el paciente llega a aceptar su neurosis, no como un defecto, sino como un indicador valioso. Jung relata que muchos pacientes han aprendido a agradecer sus síntomas neuróticos, ya que les sirve como un «barómetro» que les señala cuándo se han desviado de su camino o cuando han ignorado aspectos importantes de su vida.
En mi experiencia, he observado que algunos pacientes que han atravesado una depresión profunda descubren, al final del proceso, que esta experiencia les ha dejado más conectados consigo mismos de lo que estaban antes de la enfermedad. Muchas veces es porque les ha señalado aspectos importantes de su vida que habían ignorado.
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Jung se pregunta ¿por qué es tan importante lo inconsciente durante este proceso de la individuación?
Responde que siendo la individuación un proceso tan poco explorado, para entenderlo, necesitamos estudiar lo que surge del inconsciente durante este proceso.
Que muchas veces nuestra conciencia adopta una actitud unilateral, que puede generar conflictos internos, como los que se ven en las neurosis. El inconsciente actúa entonces como un equilibrador, un estabilizador, ofreciendo contenidos compensatorios que corrigen esa unilateralidad.
Que en este camino hacia la individuación, la persona necesita descubrir sus propias leyes internas, porque sin esa guía, corre el riesgo de perderse y de desconectarse de su esencia.
Descubrir por ejemplo que el inconsciente no se expresa de manera directa, sino a través de una serie de imágenes que emergen espontáneamente. Estas imágenes pueden aparecer de varias formas:
- Como fantasías visuales, que muchas personas piensan que las han creado, aunque en realidad surgen de manera involuntaria.
- También pueden aparecer como melodías repetitivas o ideas obsesivas, que demuestran la fuerza autónoma de lo inconsciente.
- Y, de manera más clara, aparecen en los sueños, que son una ventana privilegiada para observar la continuidad de las imágenes inconscientes.
Por eso, Jung enfatiza el valor de Los sueños en el proceso de individuación, especialmente cuando se estudian en series extensas, ya que de esa manera se revelan patrones sorprendentes. Eso creo que lo van a ver con Eduardo, cuando estudien la obra de Matoon. En esas series, podrán aparecer, por ejemplo:
- Motivos recurrentes, como personas, animales, objetos o situaciones, que aparecen una y otra vez en diferentes sueños.
- Esa repetición permite al soñante y al terapeuta identificar temas importantes que reflejan el desarrollo interno del individuo y las áreas en las que su conciencia necesita integrar los contenidos del inconsciente.
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Pregunta:
¿Algunos de ustedes han tenido la oportunidad de hacer un seguimiento a una serie de sueños de un paciente (o una paciente) para lograr descubrir transformaciones o progresos en el proceso de individuación de esa persona? ¿Pueden comentar esas experiencias, así sea de manera general?
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Y Jung ofrece ofrece luego un ejemplo de SERIES de sueños, que comienzan con el motivo del agua como símbolo de lo inconsciente. Enfatizo este tema porque yo lo he aplicado en mis propios sueños y con los de algunos de mis pacientes. Pero he descubierto que pocos de mis colegas los han utilizado.
La serie de sueños del paciente de Jung se extendió por más de dos meses, en los que el agua apareció en 26 sueños consecutivos, manifestándose en distintas formas:
- Como oleaje, mar y lluvia, representando lo inconsciente en su estado puro.
- Y luego como viajes en barco y ríos, simbolizando el movimiento y la transformación psíquica.
Jung destaca que el agua, especialmente el mar, es una imagen universal que representa el origen y la totalidad de la vida psíquica, y que es un símbolo del inconsciente colectivo, en el que fluyen las energías vitales y arquetípicas. Pero advierte no interpretarlas de manera demasiado literal porque eso les hace perder su amplitud simbólica.
Y propone el análisis estadístico de los motivos oníricos en estas series
- ¿De qué manera? Dice que estudiar una serie de sueños teniendo en cuenta la cantidad de veces que se presentan permite identificar patrones recurrentes y su evolución.
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En este caso concreto, el motivo del agua que representaba lo inconsciente en su estado más puro, fue cediendo su lugar a un nuevo símbolo: el de la mujer desconocida, lo que para Jung representaba un aspecto más específico del inconsciente.
Esta mujer desconocida adoptó formas diversas y a veces contradictorias:
- Primero apareció como una figura velada.
- Luego como una pluralidad de ninfas y prostitutas enfermas, reflejando aspectos caóticos del inconsciente.
- Más adelante, se desdobló en una serie de identidades: una mujer salvaje, una guía espiritual, un ave, o una sirvienta torpe.
Esta metamorfosis constante muestra su naturaleza arquetípica y su conexión con el proceso de individuación del soñante.
Jung interpreta esta mujer desconocida como una manifestación del ánima, el arquetipo que representa el lado femenino de la psique en los hombres. En este caso concreto, como dijimos, así como el agua simbolizaba lo inconsciente en su totalidad, el ánima después era una personificación que emergió cuando el inconsciente comenzó a necesitar ser integrado.
Y vemos también su conexión con los mitos y cuentos de hadas
- El carácter ambiguo y cambiante de esta mujer desconocida la acerca a figuras míticas como ninfas, brujas o vampiros. Estas figuras, presentes en el folclor de diversas culturas, también representan fuerzas del inconsciente que pueden ser seductoras, amenazantes o reveladoras de conocimiento.
- En resumen: el cambio del agua a la mujer desconocida en los sueños indica un avance en el proceso de individuación.
- Mientras que el agua representaba un estado indiferenciado del inconsciente en el soñante, la aparición del ánima sugiere un contacto más directo con aspectos reprimidos o inexplorados de la psique, marcando la necesidad de integrarlos en la conciencia del soñante.
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Pero volviendo a la conexión con el mundo de las mitologías, Jung compara el desarrollo psíquico individual con el viejo mundo de las fábulas y los mitos. Durante el proceso de individuación, las imágenes y figuras que surgen del inconsciente pueden parecer tomadas de relatos antiguos o mitológicos. Esto a menudo provoca temor, ya que puede interpretarse como una regresión a etapas primitivas de la psique humana.
Esto es comprensible ya que en ciertas enfermedades psicóticas, como la esquizofrenia paranoide, es común encontrar cantidades de figuras mitológicas, lo que hace pensar en un posible desorden o caos mental. Y este temor es comprensible, especialmente cuando la persona que los tiene, no tiene un fuerte anclaje con la realidad. En casos así, por supuesto que una intervención psicoterapéutica mal manejada podría desencadenar un brote o agravar una psicosis latente. De ahí que Jung advierta que usar métodos psicoterapéuticos sin una formación adecuada es peligroso.
Ahora, aunque estas imágenes pueden parecer atemorizantes, Jung señala que bien manejadas, no son imágenes regresivas. Más bien, son una reconexión con fuerzas profundas de la psique, que tocan niveles muy profundos del alma humana, a los que ni la razón ni la voluntad pueden acceder. Y en un buen proceso de curación se pueden movilizar esas fuerzas, para integrar aspectos inconscientes de la psique. Jung lo describe, en mis palabras, como un “tomar impuso para poder saltar más lejos”.
Jung decía que cuando las neurosis son muy profundas, van más allá de ser un problema racional o físico, y menciona que se trata realmente de dolencias del alma.
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Teniendo en cuenta esa afirmación, les hago la siguiente pregunta:
Cuando Jung habla de “alma”, ¿a qué se está refiriendo? ¿Si creen que tiene varias acepciones, cuáles creen que sean esos diferentes significados o definiciones del término “alma” en el léxico junguiano?
Respuesta:
Basándome en el Diccionario Crítico Junguiano de Samuels y otros, puedo decir lo siguiente:
El término «alma» en el pensamiento de Jung y sus seguidores no tiene una definición única ni fija, sino que adquiere matices según el contexto en que se use. Esto refleja la propia naturaleza de la psique, que para Jung es compleja, plural y en constante transformación.
Cuando Jung usa «alma» en lugar de psique, destaca su profundidad, misterio y dinamismo, diferenciándola de una estructura psicológica ordenada y predecible. Por otro lado, al hablar de alma en lugar de espíritu, enfatiza el núcleo inmaterial de la existencia humana, aquello que nos da un sentido de identidad más allá de lo tangible.
Finalmente, en la psicología post-junguiana, el concepto de “hacer alma”, propuesto por Hillman, nos recuerda que la psique no solo experimenta el mundo, sino que lo transforma en imágenes con significado. Esta idea resalta que el alma no es solo algo que «tenemos», sino algo que se crea y se cultiva constantemente a través de nuestra experiencia.
(HASTA ACÁ SE AVANZÓ EN LA REALIDAD EN EL SEMINARIO)
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Teniendo en cuenta estas definiciones de «alma», pasemos al tema del papel del simbolismo mítico en la curación.
Jung nos muestra que los símbolos y mitos han sido utilizados a lo largo de la historia, no solo en las religiones y doy acá el símbolo de la Mano de Fátima, sino también en movimientos políticos, como lo demuestra el mal uso de la cruz gamada por el nazismo. Estos símbolos tienen un poder enorme, porque conectan con niveles profundos de la psique humana.
Por eso, las religiones, incluido el cristianismo, actúan como una forma de psicoterapia colectiva, ayudando tanto en las dolencias del alma como en las enfermedades físicas causadas por el estado psíquico de los enfermos.
¿Qué opinaba Jung al respecto?
Jung explica que recurrir a las representaciones míticas y religiosas en el tratamiento es válido cuando estas tienen significado para el paciente. Por ejemplo:
- Con pacientes religiosos, Jung los anima a aprovechar recursos de su religión, como la confesión y los sacramentos, que pueden proporcionarles sentido y aliviar su sufrimiento.
- Ahora, en casos de pacientes con creencias que han perdido su conexión con su religión, dice que a veces fenómenos como el «movimiento de Oxford» les puede servir como un espacio de comunidad y apoyo. E incluyo acá también a Alcohólicos Anónimos porque sé que tienen una conexión. El movimiento de Oxford fue un grupo cristiano que surgió hacia 1920 y que promovía los valores cristianos y hacía énfasis en la confesión. Y ese movimiento influyó en Alcohólicos Anónimos, que adoptó varios de sus principios, más de una década después.
Bueno, pues cuando un paciente encuentra alivio en un sistema de creencias existente, ya sea religioso o político, Jung recomienda que el terapeuta no interfiera. ¿Por qué? Porque el objetivo principal del terapeuta es ayudar al paciente a encontrar paz y equilibrio.
Sin embargo, hay pacientes que no tienen una conexión con creencias religiosas o que sus convicciones son poco ortodoxas. Jung dice que esas personas suelen quedarse estancadas si se intenta aplicar una terapia basada en convicciones religiosas. Que para esos casos, se requiere un proceso dialéctico más profundo para explorar e integrar los aspectos únicos de su psique.
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Y continúa Jung con el tema del alma, que vemos que para él es un fenómeno único y complejo.
Nos recuerda que el alma humana no puede ser reducida a un problema exclusivamente psiquiátrico, fisiológico o biológico. Sino que el alma tiene su propio territorio, con leyes únicas que no se derivan de otras ciencias. Por eso, afirma que es un fenómeno que debemos abordar sólo desde un enfoque psicológico independiente.
Este enfoque se vuelve especialmente importante cuando trabajamos con pacientes cuyos sueños están cargados de imágenes mitológicas, los cuales no solo exigen conocimientos sobre psicología, sino también una apertura para explorar dimensiones espirituales y simbólicas, algo que la educación tradicional no prepara.
Por eso, Jung señala que la fenomenología del alma va más allá de lo observado por las ciencias naturales, ya que incluye el estudio del espíritu humano. Y a quienes critican a la psicoterapia por ser demasiado compleja, Jung afirma que es compleja porque refleja la suma de avances alrededor del cuidado integral de las personas.
Jung invita además a tener en cuenta en terapia las maneras de pensar de los pacientes, pues son creencias que moldean la forma en que percibimos nuestra realidad y determinan lo que consideramos problemático o peligroso. Ofrece como ejemplo que:
- Para algunas personas, la riqueza es la máxima felicidad, mientras que la pobreza es una desgracia absoluta. Sin embargo, en la práctica, ni la riqueza garantiza la felicidad ni la pobreza implica necesariamente una desgracia.
- Estas creencias no surgen de la nada, sino que están influenciadas por el espíritu de la época o por convicciones religiosas o culturales que, a menudo, desempeñan un papel clave en conflictos morales o psíquicos.
Cuando la terapia de un paciente toca sus creencias espirituales o convicciones profundas, el terapeuta entra en el territorio más amplio de lo que Jung llama el reino de las ideas generales. Y en este reino, su trabajo ya no se limita a resolver problemas individuales, sino que debe explorar la manera en que esas creencias colectivas pueden afectar la psique del paciente.
Recuerdo, por ejemplo, a un paciente que creció en un hogar donde siempre escuchó de manera casi religiosa que ‘la familia es lo más importante en la vida’. Y esa creencia lo hizo valorar mucho los lazos familiares y a estar apoyando a los miembros de su familia y a recibir el apoyo de ellos, por mucho tiempo. Sin embargo, se le volvió un conflicto muy grande cuando tuvo que tomar la decisión de mudarse a otro país a hacer un doctorado, pues le generaba mucha culpa pensar en él, más que en su familia.
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Pregunta:
Como analistas junguianos, ¿cómo podrían manejar en terapia el conflicto interno de un paciente que, siendo Testigo de Jehová, enfrenta la necesidad de autorizar una transfusión de sangre para salvar la vida de su hijo, sabiendo que esta acción contraviene sus creencias religiosas? ¿Cómo acompañarlo en la exploración de este dilema sin imponer una solución, respetando tanto su individualidad como el peso de sus creencias colectivas?
Respuesta:
Uno, como terapeuta junguiano, acompaña al paciente en la exploración de su conflicto sin imponer una solución, ayudándolo a reconocer la tensión entre su identidad individual y su lealtad a su fe. A través del análisis de sueños, la imaginación activa y la reflexión simbólica, se facilita el diálogo entre su yo consciente y su inconsciente, permitiéndole comprender el significado profundo del sacrificio y la culpa. La clave es respetar su autonomía, brindándole un espacio seguro donde pueda integrar sus valores personales con su responsabilidad como padre, logrando así una decisión que emerja desde su propio proceso de individuación.
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Esta pregunta tiene que ver con el tema de los prejuicios espirituales y su impacto en el equilibrio psíquico.
Jung señala que muchas personas nunca cuestionan sus creencias o presupuestos espirituales porque no son conscientes de ellos. Pero que eso no significa que esas creencias estén libres de generar conflictos internos. Y menciona que en épocas de cambios sociales y morales radicales, como las que vivimos, estas creencias heredadas pueden ser la raíz de profundos desequilibrios emocionales. ¿Qué cambios podrían afectarnos al día de hoy?
(Esperar respuestas)
Se me ocurren varios: por ejemplo la identidad de género, la privacidad en la tecnología, la crisis climática o la migración.
Bueno, para pacientes con este tipo de conflictos, los psicoterapeuta no podemos ofrecer respuestas simples ni soluciones universales. En su lugar, debemos ayudarlos a explorar la posibilidad de un desarrollo espiritual individual, y eso, dice Jung, es un proceso que exige conocimiento y sensibilidad hacia el simbolismo psíquico.
Pero además del conocimiento técnico, es importante la integridad moral del terapeuta. Es decir, que no basta con saber mucho, sino que el psicoterapeuta debe ser capaz de confrontar sus propias limitaciones y prejuicios. Es una autocrítica permanente que implica un desafío moral y profesional que hace de la psicoterapia una profesión difícil y exigente.
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Y además de ser difícil y exigente, el trabajo terapéutico tiene sus riesgos. Dice Jung que al igual que los médicos pueden exponerse a infecciones físicas, los psicoterapeutas corremos el riesgo de «infecciones psíquicas». Y nos pone ante dos actitudes y peligros extremos:
- Uno, es quedar atrapados en las neurosis o psicosis de nuestros pacientes.
- Y dos. alejarnos tanto emocionalmente, que perdamos la capacidad de influir terapéuticamente en ellos.
Jung compara esta situación con el mito de Escila y Caribdis, que eran dos monstruos marinos que acechaban en un estrecho marítimo. Escila, era un monstruo de muchas cabezas, que atacaba desde los acantilados, mientras que Caribdis, era un remolino gigantesco, que se chupaba y destruía los barcos. Y los navegantes debían elegir entre enfrentarse a uno u otro, lo que simboliza el riesgo que implican los dilemas.
Y de nuevo, el secreto está en el punto medio. Como decía el oráculo de Delfos: «Todo con mesura» El terapeuta debe encontrar un equilibrio entre involucrarse emocionalmente y mantener su propia estabilidad. Dice Jung que en este equilibrio reside tanto el riesgo como el potencial curativo de la terapia.
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PREGUNTA:
Durante su examen final, un candidato relató el caso de una paciente que enfrentaba serios problemas económicos. Ante esta situación, el candidato decidió prestarle dinero para ayudarla.
¿Consideran que esta acción representa una implicación emocional excesiva por parte del terapeuta? ¿Creen que al prestarle dinero el candidato cruzó los límites éticos y profesionales que deben mantenerse en la relación terapéutica, o piensan que su acción fue una muestra legítima de empatía y apoyo humano?
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Luego habla Jung de la diversidad en la psicoterapia, tanto referida a pacientes como a métodos.
Afirma que la psicoterapia moderna es tan compleja como las personas que son atendidos. Que hay una gran variedad de pacientes y situaciones, lo que significa que el enfoque debe adaptarse a las necesidades individuales de cada caso. Jung clasifica los casos en distintos niveles:
- Con casos sencillos:
- A veces, una sola sesión con un buen consejo es suficiente para resolver el problema.
- Sin embargo, Ojo, hay que tener en cuenta que los casos aparentemente simples pueden esconder problemas más profundos, lo que a menudo lleva a descubrimientos inesperados.
- Con otros, es suficiente la confesión y la abreacción:
- Es decir, que algunos pacientes encuentran alivio simplemente al expresar lo que llevan dentro, que es la «abreacción» o catarsis.
- Pero también nos podemos enfrentar a neurosis más complejas:
- Y esos casos suelen requerir un análisis más profundo de los síntomas. Aquí es donde entran en juego los enfoques de Freud, Adler y el propio Jung.
Jung los ve como enfoques complementarios
Comienza conectado los principios de Freud y Adler con dos tendencias humanas fundamentales que San Agustín llamaba la concupiscencia (o sea el deseo) y la soberbia (o sea la voluntad de poder). Nunca se me hubiera ocurrido ese vínculo entre San Agustín Freud y Adler.
- Que por un lado Freud se enfocaba en personas que persiguen el placer, priorizando la satisfacción de deseos e impulsos, a menudo en detrimento de sus responsabilidades sociales.
- Mientras que Adler trabajaba con personas que buscan la superioridad, luchando con problemas de adaptación social y tratando de ocultar sentimientos de inferioridad mediante ficciones de poder.
Pero advierte que si el tratamiento con uno u otro método freudiano o adleriano se vuelve monótono o repetitivo, o si surgen contenidos mitológicos o arquetípicos, es hora de dejar atrás esos enfoques reductivos. Y pasar a su método sintético, centrado en la individuación y en el procedimiento dialéctico. Y menciona que ese cambio permite abordar los símbolos y los contenidos del inconsciente de una manera más creativa e integradora.
Les confieso que yo estuve, luego de graduarme como psicólogo, tomando muchos seminarios en la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis, por lo que aplicaba en terapia muchas de las técnicas freudianas. Hasta que conocí a Jung y comencé a encarretarme, aprender y aplicar sus planteamientos.
Y eso me permite aplicar esos dos métodos con los pacientes. Nunca he aplicado el método de Adler porque no lo conozco. Pero les cuento que al comienzo, me sentía mal al usar los planteamientos freudianos, pero después de que leí este libro de Jung hace mucho tiempo, dejé de sentirme mal.
Bueno, pero también compruebo lo de los casos sencillos. Hace poco tuve un paciente que era profesional, pero tenía una personalidad muy básica, muy primaria, y con él funcionaban muy bien los consejos.
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Pregunta
¿Alguno de ustedes ha tenido una experiencia parecida, que les permita aplicar algún método diferente al junguiano?
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Pasamos ahora al tema de la importancia de que los pacientes aprendan a caminar por sí mismos, que es un objetivo de la terapia junguiana. Y se comienza por hacerlo a través de la disminución en la frecuencia de las sesiones semanales.
Explica que los métodos psicoanalíticos suelen requerir sesiones frecuentes (de hasta 3 o 4 sesiones por semana).
Entre paréntesis, les cuento que cuando yo comencé mi primer tratamiento a los veintitantos años, lo hice con un excelente psicoanalista, y con él trabajé cuatro sesiones a la semana.
Bueno, pero dice Jung que así se puede empezar en su método sintético, pero que cuando el tratamiento evoluciona, es beneficioso espaciar las sesiones, ya que da tiempo al paciente para aprender a caminar por sí mismo. Y eso significa que las sesiones se pueden reducir a 1 o 2 veces por semana, lo que da tiempo al paciente para trabajar de manera más independiente.
Pero otra estrategia para aumentar la autonomía del paciente es que este comience a interpretar y comprender sus propios sueños. Y esa es una tarea muy importante, ya que:
- LPartiendo de que los sueños actúan como un puente entre la consciencia y lo inconsciente.
- Y que la neurosis surge de una discrepancia entre lo que la persona consciente quiere o piensa y las tendencias que surgen de su inconsciente.
- Al trabajar con sus propios sueños, el paciente puede integrar los contenidos inconscientes en su vida consciente, lo que ayuda a resolver la disociación que provoca la neurosis.
Y que este trabajo interpretativo autónomo progresivo del paciente tiene varias ventajas:
- Mayor autonomía: El paciente desarrolla herramientas para manejar sus propios procesos internos, en lugar de depender del terapeuta.
- Eficiencia en tiempo y recursos: Espaciar las sesiones permite ahorrar tiempo y costos al paciente.
- Crecimiento auténtico: Al trabajar de manera activa y consciente en su proceso, el paciente experimenta un desarrollo más profundo y significativo.
El objetivo final de este trabajo es la integración de la personalidad, que es lo que Jung considera el núcleo de la individuación.
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Pregunta:
¿Cuál suele ser la frecuencia de las sesiones con sus pacientes? ¿Alguna vez proponen más de una sesión semanal? ¿Alguna vez proponen espaciar sesiones y si lo hacen, con qué frecuencia?
Respuesta: En mi caso, suelo empezar con una sesión semanal, salvo cuando la persona llega demasiado cargada emocionalmente, en cuyo caso le propongo trabajar con dos sesiones semanale durante un mes.
Pero hay excepciones en las que trabajo con más de una sesión semanal. Por ejemplo, recuedo que con una paciente que acababa de tener un brote psicótico luego de una toma de ayaguasca, y estaba aún demasiado afectada, trabajamos dos sesiones semanales durante casi seis meses.
Y sobre espaciar la sesión semanal. suelo hacerlos a una sesión quincenal cuando el paciente o yo vemos que está ya en un período estable.
Y lo que nunca hago es trabajar con sesiones mensuales, pues siento que se rompe por completo la continuidad del proceso.
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Cap 3
Bueno y en este capítulo, Jung nos ofrece una visión general de los principios fundamentales de la práctica psicoterapéutica, comenzando por responder a la pregunta ¿Qué es la psicoterapia? Y para resoponderla, hace una revisión conceptual histórica.
Comienza diciendo que en el pasado, la psicoterapia era vista de forma muy distinta a como la entendemos hoy. Que en aquellos tiempos, se recomendaban tratamientos como el exponerse al «aire fresco», el uso de agua fría (recuerdo que de estudiante tuve que llevar un libro a un psiquiatra que trabajaba en el Neuropsiquiátrico, y allá ví como él daba la orden de desnudar a una muchachita y bañarla con agua fría). O menciona Jung que también pueden ser palabras de aliento firmes, muchas veces con un tono autoritario. A través de estos métodos, se trataba de convencer al paciente de que sus síntomas eran solo «imaginaciones enfermizas».
Y aunque estas técnicas podían tener éxito en algunos casos, están lejos de tocar el núcleo del problema.
Pero dice que con los avances en la comprensión de las neurosis y de los trastornos psíquicos asociados a enfermedades físicas, la psicoterapia ha evolucionado hacia una psicoterapia científica.
El primer avalce se dio cuando se pasó de la sugestión a la comprensión del síntoma. ¿Cómo fue esto? Antes, el objetivo era suprimir los síntomas, pensando que bastaba con neutralizarlos para curar al paciente.
Pero Freud revolucionó este campo al proponer que los síntomas no eran el problema principal, sino que eran sólo una señal de advertencia. Es decir, que los síntomas reflejan conflictos internos relacionados con la enfermedad, pero que no son el problema en sí.
Este cambio de paradigma hizo que la psicoterapia pasara de ser algo que «cualquiera podía intentarla» a convertirse en un campo especializado que requiere conocimiento profundo de las dinámicas psíquicas.
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Eso significó entonces una evolución de la psicoterapia al cambiar de enfoque.
Jung describe cómo, durante los últimos treinta años de su época, la psicoterapia evolucionó de un enfoque centrado en la sugestión (tal como sucedía con la hipnosis) hacia uno basado en hacer conscientes las causas de los problemas psíquicos.
Este cambio fue el resultado de descubrir los límites de la sugestión:
- El principal era que al enfocarse únicamente en suprimir los síntomas, no abordaba las causas profundas de la neurosis.
Y enfatiza Jung que con el tiempo, la práctica y la investigación demostraron que el verdadero camino hacia la curación requería hacer conscientes los procesos inconscientes que generan los síntomas.
Este descubrimiento supuso un cambio de enfoque y de paradigma:
- Y es que en lugar de tratar los síntomas como «imaginaciones» y fantasías exageradas, se empezó a entender que los síntomas son manifestaciones de procesos inconscientes.
- Y que son señales que indican algo más profundo en la psique.
Este cambio requirió el desarrollo de una teoría más profunda sobre los trastornos neuróticos. Y era una teoría que lograba abordar la gran variedad y cambios de los síntomas que se presentan en cada paciente.
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Pero vemos que este cambio de paradigma en psicoterapia hacia las causas profundas de las neurosis se dio gradualmente.
Inicialmente, se fue dejando de trabajar con la sugestión por las limitaciones que ya se mencionaron, y se comenzó a trabajar con la teoría del trauma en la neurosis, introducida por Breuer y Freud. Recuerden el caso de Ana O. Este enfoque, como sabemos, busca identificar y liberar emocionalmente momentos traumáticos del pasado que habían originado el trastorno.
Y esto se hacía a través de la abreacción. Este enfoque marcó una diferencia significativa respecto a la sugestión. ¿Qué diferencias?
- Por un lado, requería que el médico adoptara una actitud investigadora y dedicara tiempo y atención detallada a cada paciente.
- ¿Cuál era el objetivo? El objetivo era que mediante la abreacción se revivieran los eventos traumáticos para liberar así las emociones reprimidas asociadas.
Sin embargo, con el tiempo, se hizo evidente que la teoría del trauma y del método catártico era demasiado simplista y que tenía sus limitaciones. ¿Cuáles eran?:
- Por un lado que no todos los pacientes con neurosis tenían un trauma claro o identificable.
- Y segundo que los traumas sexuales, que inicialmente se consideraban la principal causa, resultaron ser relevantes solo en algunos casos, no en todos.
Y llega entonces el salto revolucionario hacia la teoría de la represión. Y esto también fue obra de Freud, quien fue dejando paulatinamente atrás la teoría del trauma y fue desarrollando la teoría de la represión, la cual tenía un enfoque más matizado y profundo. ¿Qué características tenía la nueva teoría?
- Según esta teoría, muchas neurosis son trastornos del desarrollo, y no simplemente respuestas a eventos traumáticos.
- Y lo más importante: Freud propuso que las neurosis típicas surgen de la represión de deseos y tendencias infantiles, especialmente las sexuales, que se volvían inconscientes.
¿ Y cómo proponí trabajar esaa represión? El enfoque ahora no era simplemente revivir traumas, sino rastrear los contenidos reprimidos en el material del paciente. Esto implicaba:
- De una parte, investigar la anamnesis, o sea el historial del paciente.
- Y de otra explorar la actividad actual de las fantasías, ya que decía Freud, las tendencias reprimidas no se manifiestan directamente, sino de manera simbólica o indirecta.
¿Qué impacto tuvo ese cambio? Supuso un tratamiento mucho más profundo y personalizado, dejando atrás la posibilidad de trabajar con rutinas o tratar a varios pacientes a la vez, como ocurría con la sugestión.
Y les propongo que dejemos acá el tema y lo continuamos la próxima semana.