Los dominios de la Madre terrible

1.

Como nuestras sesiones han estados dsitantes en tiempo unas de otras, creo que vale la pena hacer de nuevo una ubicación del lugar en que nos encontramos en este libro tan interesante pero tan complejo de Erich Neumann que se llama «Los orígenes e historia de la consciencia», que empezamos por la Parte 1 que es la de las etapas mitológicas en la evolución de la consciencia, concretamente con la parte A, que es la de la Unidad original.

2.

La cual nos habla de los tres mitos de la Creación, del Héroe y de la Transformación. El de la Creación tiene tres etapas que son la del Uroboros, el de la Gran Madre y el de la Separación de los Padres Primordiales. Luego sigue el Mito del Hénroe con las etapas del Nacimiento del héroe, el asesinato de la madre y el asesinato del padre. Y lugeo el mito de la Tranformación que tiene las etapas de la Cautiva y el tesoro y la de la Transformación de Osiris.

3.

Y para que tengan una mirada general de este primer mito de la Creación, quisiera hacer un resumen de lo que veremos en conjunto, para que lo tengan en mente, de manera concentrada.

Este Mito de la Creación analiza las etapas en la relación del hijo con el Uroboro y la Gran Madre en la mitología y su impacto en la psicología humana.

La fase inicial se caracteriza por una inmersión total del hijo en el Uroboro inconsciente en el que el hijo vive una experiencia paradisíaca .

Luego, se separa del Uroboro y cae en una dependencia de la Gran Madre, en la que el sufrimiento y el dolor se entienden como parte del destino y del poder materno. 

Luego llega la etapa de los hijos amantes «luchadores», que es una fase de resistencia a la Gran Madre. Peroes una resistencia que se manifiesta en huidas y autocastraciones simbólicas.

Tengan en cuenta esto, y es que el desarrollo psicológico se va a reflejar, por un lado, en cambios en los rituales de fertilidad, y por otro, inicialdo una evolución desde el matriarcado hacia el patriarcado.

Luego, se llega a una etapa de transición, en la que aparece el tema de la muerte, la cual simboliza precisamente el tránsito hacia una nueva vida.

Y al final del mito de la creación, la consciencia del Yo logra la superación del dominio materno y la emergencia de una masculinidad más definida y consciente de sí misma.

4.

Y ahora sí, recordemos que estamos en este Mito de la Creación que acabo de describir en su totalidad, ya vimos con Eduardo la etapa mitológica del Uroboros, y empezamos a ver la sesión pasada la primera etapa mitológica de La Gran Madre, la cual tiene tres fases:

(1) El Yo bajo el dominio de la Gran Madre,

(2) Los dominios de la Madre Terrible y

(3) Las relaciones entre el hijo-amante y la Gran Madre.

La sesión pasada, Anita expuso la primera fase, así que yo continuaré con las dos siguientes.

Las tres reflejan un viaje psicológico de la evolución del Yo, desde su estado primitivo hasta una conciencia más diferenciada. Cada parte representa una fase crucial en la lucha del Yo por la autonomía frente a las fuerzas del inconsciente, simbolizadas por la Gran Madre. Insisto en que veremos también que el arquetipo de la Gran Madre se asocia con la naturaleza, con la fertilidad y con la muerte.

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Creo que acá vale la pena hacer una claridad en la relación del yo con los arquetipos del Uroboro y de la Gran Madre. Podría uno pensar que al nacer la consciencia, el yo se libera ya del dominio de Uroboros. Pero no. El paso de la etapa de la dependencia del yo con el Uroboro a su dependencia con la Gran Madre es un progreso y un avance y desarrollo hacia una mayor diferenciación. El uróboro simboliza un estado primordial de unidad indiferenciada, donde no hay diferencia entre el yo y el mundo externo, ni entre lo masculino y lo femenino. Es un estado de totalidad, pero también de inconsciencia indiferenciada.

Y en el momento en que la consciencia nace, el yo deja la tranquilidad paradisíaca de depender del Uroboro para comenzar a estar bajo el dominio de la Gran Madre, lo que significa comenzar a reconocer las dualidades fundamentales. Ella encarna tanto lo nutritivo y lo protector como lo devorador y amenazante. Se podría decir que el arquetipo del Uroboro se transforma en el de la Gran Madre cuando se empieza a reconocer las dualidades de la vida. Y las fases de esta etapa nos hablan de que este inconsciente, en forma de madre, va dejando de ser sólo protector, para mostrarse también devorador y terrible. Y es que la Gran Madre personifica la dualidad de la naturaleza, la cual representan tanto la nutrición como la destrucción. Ante esto, la consciencia del Yo se siente al comienzo completamente indefensa. Pero paulatinamente, en estas etapas el Yo comienza a luchar por diferenciarse y emanciparse del dominio maternal y acercarse a lo masculino.

6.

Pienso que en la primera etapa de la Gran Madre, que vimos con Anita, se pueden diferenciar dos fases del desarrollo de la consciencia:

1) La Fase embrionaria y
2) La Fase infantil

Y esta fase que leímos de Los dominios de la Madre Terrible corresponde a la Fase adolescente, en la que vemos una conciencia que comienza a discriminarse como un Yo individual separado, pero el uróboros maternal lo eclipsa y se lo chupa de nuevo. Es un emerger y sumergirse, como la imagen que les decía de la isla que aparece y desaparece en el mar. Y cada regreso se vuelve cada vez más difícil, porque sus necesidades de independencia son más fuertes. Dice Neumann que esa dificultad se manifiesta en la tristeza que domina la vida del Yo adolescente. 

En esta tercera fase del adolescente, el Yo ha alcanzado ya un cierto grado de autonomía. Aunque las dos etapas anteriores han sido ya superadas, y el adolescente ya no se enfrenta al inconsciente como un niño, todavía no se ha librado de su protección. 

Además, aunque esa Gran Madre se ha diferenciado en varios aspectos, el de lo femenino y lo masculino apun está indistinto en ella. Ese carácter urobórico de ella se evidencia en forma andrógina, como es el caso de la venus barbada de Chipre. Acá vemos una escultura suya, que revela su carácter urobórico indiferenciado entre lo masculino y lo femenino. Sólo posteriormente este híbrido será reemplazado por figuras inequívocamente sexuales.

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El camino a seguir es que gradualmente se irá convirtiendo en un sistema independiente y la consciencia se convertirá en auto-conciencia. Y el Yo, emergerá como el centro de esa conciencia y se volverá un Yo que que reflexiona y que tiene conocimiento de él mismo. 

Esta temprana etapa de las relaciones conciencia-inconsciente está reflejada en la mitología de la Gran Madre y su conexión con el hijo-amante, que veremos luego. Es decir, que la figura del hijo-amante es la etapa que sigue a las etapas del embrión y del niño. Pero que aún no es lo suficientemente fuerte como para lidiar con esa Gran Madre, ya que sucumbe a ella en la muerte y es devorado. 

7.

Pero centrémonos más en la segunda fase que leímos de:

(2) Los dominios de la Madre Terrible

En esta segunda parte sobre la Madre Terrible, el autor toma como ejemplo el mito de Osiris e Isis, el cual permite ver las huellas de la transición del  matriarcado hacia el patriarcado. En el mito, Osiris, Isis y Set son hermanos. En el vientre materno, Isis y Osiris habían sido inseparables. Luego, cuando nace y crece, Osiris llegó a ser un rey amado en Egipto y se casó con su hermana Isis.

8.

Set, envidioso de Osiris, cortó su cuerpo en pedazos que luego esparció por todo Egipto.

Isis, su hermana y esposa lo buscó, lo encontró, y usó su magia para lograr para darle vida nuevamente. Concretamente se dice que para dar a luz a su esposo muerto. Por eso es que Neumann dice que al nacer Osiris de Isis, ella demostraba que era simultáneamente madre y esposa de su hermano.

9.

Hay un hecho bien particular, y es que cuando Isis busca y rehace el cuerpo de Osiris, encuentra todas sus partes menos su falo.

Por eso, ella lo reemplaza por un falo de madera con el cual el fallecido Osiris la embaraza y tiene a Horus. Dice Neumann que eso implica que para Horus, era más significativo que Isis fuera su madre que Osiris su padre, pues se trataba de un padre resucitado y con un falo postizo. Representaba más el nacimiento a partir de una masturbación femenina creativa que del nacimiento producto de la unión física de una pareja.

Así que de esta fecundación tan particular nació Horus, quien creció para vengar la muerte de su padre, por lo que se enfrentó a Seth, su tío, en varias batallas. 

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Pero en esta historia nos vamos a centrar en las demostraciones de Isis como una Gran madre terrible. El primer aspecto terrible de Isis se revela simbólicamente en que Osiris, su esposo, pero a la vez hermano e hijo, renace gracias a su ayuda pero permanece castrado, porque Osiris nunca encontró su falo. Lo que es simbólicamente significativo.

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Luego, hay una 2° muestra de ser Isis una Gran Madre terrible y que es además su primera incongruencia que contradice su rol como esposa y madre. Sucede cuando acompañando a su hijo Horus en batalla contra Set, que había asesinado a su padre, Isis está a punto de clavarle su lanza a Set, cuando éste le clama misericordia, recordándole que era su hermano y ella lo deja vivo.

El autor señala que, en ese momento, Isis renuncia a su rol de madre y a su dominio matriarcal, lo que, según Neumann, marca la transición hacia el patriarcado. Neumann sostiene que, desde un punto de vista patriarcal, el poder se transfiere a su hermano en lugar de transferirse a su hijo. Y que esto indica una regresión en la relación de Isis, pues pasa de una relación conyugal y materna a una fraterna. En resumen, Neumann ve esta transición como un cambio de la Gran Madre a una figura materna patriarcal.

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Se muestra otro aspecto terrible de Isis cuando ella interviniendo en la batalla  entre Horus y Set, hiriendo primero con su lanza a su hijo, error que ella repara de inmediato  Pero el caso es que lo hiere. Y también eso es significativo simbólicamente.

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Posteriormente, Horus va a terminar decapitando a la terrible Gran Madre Isis. Pero el aspecto espantoso de ella es transformado. Thoth, el dios de la sabiduría, le proporciona entonces la cabeza de vaca, símbolo de la madre buena, y ella se convierte en Hathor. Como tal, ella es la madre buena y esposa sumisa de la época patriarcal. Como ven es una transformación paulatina de lo matriarcal a lo patriarcal. Su poder es delegado por Isis a su hijo Horus, heredero de Osiris. Y ese es el final del proceso y es que su lado terrible ha sido reprimido en el inconsciente.

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Luego Neumann establece una conexión entre los mitos de Osiris y Bata resaltando temas comunes como la transformación y el renacimiento asociados con rituales de fertilidad. Resalto acá ese tema de la fertilidad que atraviesa todo el capítulo. Osiris es encerrado en el troco de un árbol y luego llevado de regreso a Egipto; Bata, después de sufrir varias transformaciones por ejemplo en un toro y en un árbol, renace como su propio hijo y llega  ser rey de Egipto.

El árbol fue en Egipto símbolo del amante juvenil. Y el simbolismo del árbol, la castración, y la muerte, seguida de renacimiento, son cruciales en ambos relatos, reflejando el ciclo de vida, muerte y regeneración que subyace a la adoración de la Gran Madre y al culto a los muertos.

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Luego, la relación entre la Gran Madre y la sociedad patriarcal es examinada a través de mitos cananeos y creto-micénicos, que son más primitivos que los egipcios. Neumann presenta los mitos de otras tres diosas, Asera, Anat y Astarté, que son también otras manifestaciones del arquetipo de la Gran Madre en esta misma etapa. Acá lo importante es resaltar que al igual que Isis, las tres son madres y hermanas, destructoras y colaboradoras.

También en algunos casos de la mitología cananea, las deidades son andróginas, en que los rasgos masculinos en la mujer aún coexisten junto con los rasgos femeninos del varón. Dice el autor que eso muestra el dominio de la Gran Madre y la poca diferenciación del principio masculino.

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Se subraya luego la importancia de las representaciones pictóricas para comprender la religión Creto-egea, destacando el papel central del arquetipo de la Gran Madre como deidad dominante de la naturaleza, venerada en cuevas, y cuyos rituales eran oficiados por mujeres sacerdotisas.

Esa figura materna, señora de montañas y animales salvajes, asociada con serpientes, pájaros y especialmente el toro, destacan en su culto, revelando una profunda conexión con la fertilidad y el ciclo de vida y muerte. 

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Neumann interpreta el toro en la mitología cretence como símbolo del dios-amante de la Gran Madre, el cual era sacrificado con un labrys o hacha de doble filo. Que la forma primitiva de ese instrumento se conservó en los cuchillos con los que los sacerdotes galos de Asia Menor se castraban a sí mismos. Que posteriormente (afortunadamente), la castración y el desmembramiento ya no fueron ejecutados sobre víctimas humanas, sino sobre animales.

Se sugiere que los sacrificios humanos al Minotauro en Creta evolucionaron desde prácticas más antiguas de sacrificio y renovación del rey, en que inicialmente el sacrificado anualmente era el mismo, el propio rey. Con el tiempo, este acto se sustituyó primero por víctimas humanas y luego por animales. Este cambio simboliza la transición de un matriarcado centrado en la figura de la madre-diosa a un patriarcado con un poder concentrado en el rey.

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Luego sigue un extenso texto en el que Neumann analiza la forma en que Heródoto rastrea los orígenes de los tardíos misterios griegos en Egipto vía Fenicia. Menciona que está comprobada la continuidad cultural que se extiende desde Libia y Egipto, vía la Fenicia cananea y Creta, hasta Grecia. Cuenta el mito de Cadmo, fundador de Tebas, y sus hijas en cuyos relatos se manifiesta también el terrible poder mitológico de la Madre Diosa. Y en el que una vez más, sucede la transformación animal, el desmembramiento y la muerte. 

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Bachofen muestra un punto de quiebre en las costumbres con Hipermnestra.

P: ¿Recuerdan quién fue Hipermestra y por qué fue una virgen madre emancipada según este mito griego?

(SIG)

R: La historia es que las Danaides tenían que asesinar a los maridos a los que les obligaban a aceptar. E Hipermestra fue una virgen-madre “emancipada”, pues es la única que, en contra de lo ordenado no asesina a su marido. Con ella, la relación amorosa en la mitología comienza a ser un asunto de decisión personal. Ella se convierte en la primera madre de héroes como Perseo y Heracles, que terminan con el poder negativo de la Gran Madre e instauran una cultura masculina. 

El mito completo es que Dánao y Egipto eran hermanos hostiles uno contra el otro (como Osiris y Set). Egipto tuvo 50 hijos, conocidos como los egipcios, mientras que Dánao tuvo 50 hijas, conocidas como las Danaides. Hipermestra era una de las Danaides. Egipto quizo que sus hijos se casaran con las hijas de Egipto, como una forma de extender su influencia y poder.

Según el mito, Dánao ordenó a sus hijas matar a los esposos (a los 50 hijos de su hermano Egipto), en la noche de bodas, para evitar una profecía que decía que uno de los hijos lo iba a matar a él, a Dánao. Hipermestra, sin embargo, desobedeció a su padre y no mató a su esposo, Linceo, porque se enamoró de él. Así que Linceo se convierte en el único sobreviviente de los 50 hijos de Egipto. Y más tarde, Linceo mata a Dánao como venganza por el plan de ordenar asesinar a sus hermanos. Y así se cumplió la profesía. Esa es la historia completa.

20.

Existen numerosas representaciones de estas diosas mostrando sus genitales como una forma de exhibicionismo ritual. Acá no se trata de diosas bárbaras sino estratos profundos de la adoración de la Gran Madre.

Ella es la diosa del destino, la sabiduría, la muerte y el inframundo. La Gran Madre, como figura central de los cultos de fertilidad, encarna la dualidad de la vida y la muerte, siendo venerada a través de prácticas que mezclan las orgías con los sacrificios.

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Entre los símbolos del abismo devorador de la Gran Madre está el vientre en su aspecto aterrador, las cabezas de la Gorgona y la Medusa, y la araña come-hombres.

El vientre abierto es el símbolo de la madre urobórica, especialmente cuando está conectado con símbolos fálicos. El vientre que se cierra y que castra y las serpientes que se retuercen alrededor de la cabeza de la Medusa constituyen elementos agresivos fálicos que caracterizan el temible aspecto del vientre urobórico. Este peligroso aspecto se ve también resaltado por el tejido, de las Moiras, que tejen el tapiz del destino.

Dondequiera que el aspecto dañino de la Gran Madre predomine y donde su falo destructivo aparezca junto a su vientre, el uróboros se encuentra presente. En todos estos casos, la etapa adolescente del Yo todavía no ha sido superada, y tampoco el Yo se ha vuelto independiente del inconsciente.

22.

Y pasamos ahora a la tercera etapa, que es la de

(3) Las relaciones entre el hijo-amante y la Gran Madre

P: “¿Cómo evoluciona la relación entre el Yo y la Gran Madre en esta nueva etapa de convertirse el Yo en hijo-amante?

(SIG)

R:

En resumen: A medida que el Yo se diferencia más del Isc, ese Yo transforma su relación con la Gran Madre hacia una dinámica de hijo-amante.

Este cambio refleja un avance hacia una mayor diferenciación y una conciencia más compleja.

Pero esta nueva relación también presenta sus propios desafíos, como la lucha del Yo por no ser consumido ni dominado por el poder del Isc maternal.

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Pero analicémoslo más en detalle…

…porque podemos distinguir dos etapas en el vínculo del amante juvenil con respecto a la Gran Madre.

(a) La etapa más temprana está marcada por una rendición al poder de la madre urobórica, por lo que es una etapa en que los dioses juveniles están condenados a morir. Esta etapa se caracteriza por la completa impotencia frente a esta madre, y es porque la masculinidad y la consciencia aún no han alcanzado la independencia suficiente.

(SIG)

(b) Y la transición a la siguiente etapa está conformada por los llamados  «luchadores». En ellos, aparece un primer momento de temor a la Gran Madre (que es el primer signo de centroversión del Yo), temor que se traduce en huidas y resistencias. Y dice Neumann que la principal huida es la autocastración y el suicidio. Esa resistencia conduce a lo que más desea la Gran Madre, que es el sacrificio del falo. Mitológicamente, esta huida de ella puede verse en figuras como Narciso, Penteo, e Hipólito:

24.

P: ¿Por qué ese enamoramiento de sí mismo puede verse como un progreso en el desarrollo de la consciencia?

(SIG)

R: Narciso, que resiste los amores de la diosa Némesis, es castigado por ella. En otras versiones, el castigo viene de la ninfa Eco y en otra es la diosa Afrodita. El castigo es encapricharse con su propio reflejo. En el fondo, ese gusto por sí mismo representa algo positivo pues es la tendencia de una consciencia del Yo a darse cuenta de sí misma. Es el primer paso para la autorealización y la autoconsciencia. Esa autoreflexión es una característica tanto de la fase histórica de la pubertad de la humanidad como de la pubertad del individuo.

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Otro ejemplo de jóvenes «luchadores» es Penteo, quien tampoco puede cumplir el acto heroico de liberarse. Él intenta con la ayuda de su madre, que era pariente de Dionisos, oponerse a las orgías dionisíacas, pero ambos son arrollados por este dios. Presa de la locura, Penteo se viste con ropas de mujer y se une a las orgías, en donde su madre, completamente loca, lo confunde con un león y lo destroza  en pedazos. De este modo, su madre, se convierte en la Gran Madre y el destino arquetípico se ve cumplido.

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El tercer ejemplo es el del casto Hipólito, que era un gran amante de la caza y veneraba a Artemisa, la diosa virgen de la caza. Y como era tan casto, detestaba a Afrodita, diosa del amor. Ella, en venganza, hizo que Fedra, su madrastra, se enamorara locamente de él. Pero cuando la mujer se le ofreció a Hipólito, este la despreció. La madrastra se quejó ante su padre Teseo y luego se suicidó. Por eso, Teseo maldijo a su hijo. Entra en escena otro Dios que es Poseidón quien le hace una promesa a Teseo, y es que llevará a Hipólito a la muerte.

Y efectivamente, cuando Hipólito va con sus caballos, Poseidón envía un toro monstruoso que sale el mar y que asusta a los caballos de Hipólito, y hace que arrastren y maten a Hipólito. Así, con ayuda de Poseidón, Afrodita logra vengarse de él por haberla rechazado. Y por haber rechazado a Fedra.

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En estos tres casos se ve que la centroversión se manifiesta en sus inicios de modo negativo, en la forma de huida y resistencia. Y es que esta actitud negativa del Yo todavía no está dirigida en contra de la Gran Madre, como veremos que sucede más adelante con el héroe, sino que se vuelve en contra del Yo mismo como autodestrucción, automutilación y suicidio.

Así que esta etapa de los luchadores marca el inicio de esa etapa tan importante de la separación del Yo consciente del inconsciente. Pero es apenas el inicio, pues este Yo aún no es lo suficientemente estable como para alcanzar la separación de los Primeros Padres, ni la victoriosa lucha del héroe.

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Reiterando el relato que vimos antes de los hermanos Osiris y Set, que son hostiles uno contra el otro, este tema pertenece también al simbolismo de la Gran Madre. Otro ejemplo semejante es el de Caín y Abel.

Esta temática mitológica aparece cuando el hombre conquista la autoconsciencia, al dividirse en dos elementos opuestos: uno destructivo y el otro creativo. Esta aparición del conflicto entre los hermanos gemelos marca una importante etapa en el camino hacia la disolución final del uróboros, hacia la separación de los Primeros Padres y hacia la consolidación de la consciencia del Yo.

Y como los arquetipos operan en el pasado y en la actualidad, Neumann da el ejemplo de la obra de Robert Louis Stevenson, Dr. Jekyll y Mr. Hyde, que es una representación moderna de la lucha mitológica entre los hermanos gemelos Set y Osiris.

Esa rivalidad entre hermanos muestra que la temática de conflictos filiales son universales y atemporales.

¿De qué manera esa rivalidad representa un avance de la consciencia? Pues que como  el hombre ya no se ve confrontado con el poder superior de la Gran Madre, sino con otro hombre que le es hostil, esta situación conflictiva se convierte en una situación en la que la autodefensa contra la Gran Madre se hace posible por primera vez.

29.

Pero hemos visto que este desarrollo psicológico corresponde también a un cambio mitológico en los rituales de fertilidad, que es el telón de fondo de estos mitos. El proceso es el siguiente:

1.Inicialmente, el joven rey de la fertilidad era asesinado, su cadáver cortado en pedazos y esparcido por los campos, y su falo era momificado.

2. Con el surgimiento de la deidad madre, la Reina Tierra celebraba su matrimonio anual con el joven rey.

3. Luego, el sacrificio del rey fue reemplazado por un combate, en el que al rey se le permitía luchar por su vida: si era vencido, era sacrificado, pero si vencía, su oponente moría en lugar de él.

… Posteriormente, cuando el matriarcado se transformó en patriarcado, se celebraba anualmente un rito de renovación, y el rey conservaba la vida gracias a los sacrificios de humanos o animales.

30.

Y esta es la reflexión final en este capítulo. La lucha entre la consciencia del Yo y el inconsciente termina cuando, en una fase posterior, lo femenino queda relegado por el patriarcado como mero recipiente, y lo masculino, al reproducirse él mismo, se convierte en agente de su propio renacimiento.

31.

Pero miremos la etapa de transición que lleva a este último final del renacimieto de lo masculino.  

La fuerza regeneradora de la madre coexiste al lado del principio masculino. Ella produce lo nuevo, pero el núcleo de la personalidad masculina no es afectado por la fuerza regeneradora de la madre. En contraste con el terrible incesto urobórico, donde el Yo se disolvía, ahora, el Yo fortalecido se lanza adelante hacia una vida que trasciende la muerte y la atraviesa hasta llegar a una nueva vida. De ahí ese renacimiento final de lo masculino.

Con esto llegamos a la siguiente etapa en la evolución de la consciencia, concretamente, la etapa de la Separación del Mundo Parental, que veremos en la próxima sesión

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